"Nadie
alcanza la meta con un solo intento, ni perfecciona la vida, con una sola
rectificación, ni alcanza altura con un solo vuelo.
Nadie camina la vida sin
haber pisado en falso muchas veces.
Nadie
recoge cosechas sin probar muchos sabores, enterrar muchas semillas y abonar
mucha tierra.
Nadie
mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones, ni se mete en el barco sin
temerle a la tempestad, ni llega al puerto sin remar muchas veces.
Nadie siente el amor sin
probar sus lágrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas. Nadie hace obras sin golpear sobre
su edificio, ni cultiva amistad sin renunciar a si mismo.
Nadie
llega a la otra orilla sin haber ido haciendo puentes para pasar.
Nadie
puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad.
Nadie consigue su ideal sin
haber pensado muchas veces que perseguía un imposible.
Nadie
reconoce la oportunidad hasta que esta pasa por su lado y la deja ir.
Nadie debe vivir sin
cambiar, ver cosas nuevas, experimentar otras sensaciones, y tener la capacidad
de corregir sus errores.
Nadie
tiene el derecho de consumir el amor o la amistad de las personas si uno mismo
no la produce.
Nadie puede intercambiar un
apretón de manos con el puño cerrado.
Nadie
encuentra el pozo del placer hasta caminar por la sed del desierto. Pero nadie deja de llegar, cuando se tiene la
claridad de un don, el crecimiento de su voluntad, la abundancia de la vida, el
poder de realizarse y el impulso de si mismo.
Nadie
deja de arder con fuego dentro, sin antes saber lo que es el calor de la
amistad. Nadie deja de llegar cuando de verdad se lo propone. Si usas todo lo
que tienes y confías en ti ¡esfuérzate! porque... ¡vas a llegar! Sin fe se puede perder un juego, cuando ya
estaba casi ganado."