Hace 96 años Rubén Darío, Padre
del Modernismo y Príncipe de las letras castellanas, partió a la inmortalidad,
dejando un legado literario imperdurable que hasta el día de hoy sigue influenciando
a poetas y escritores de habla hispana.
En julio de 1988, publica el
Libro Azul, el primer gran impulso para el Modernismo Hispano, fue la obra que
llevaría a Darío a consagrarse como uno de los Poetas más geniales de su tiempo,
según expresaban los Críticos Literarios del momento . Otra de sus grandes
obras es publicada en 1896 “Los Raros”, ese mismo año también publicó la obra
con la que verdaderamente se impuso como el más grande precursor del Modernismo
Hispano, “Prosas Profanas y Otros Poemas”, siendo muy bien recibida, a pesar de
no cumplir con las expectativas del Poeta en cuanto a la popularidad inmediata
que él esperaba. Su tercer obra en importancia es publicada en 1905 “Cantos de
Vida y Esperanza”, de la cual se desprende “A Roosevelt”, Poema Profético que
describiría la realidad de la Política actual de los Estados Unidos de América;
y el Canto de Vida y Esperanza, en el cual Darío revela su eterno sufrimiento
durante casi toda su vida. El Poeta Niño, falleció el 06 de febrero de 1916 a
los 49 años de edad.
Rubén este mundo no te olvida,
esos versos que nos dejaste no se borran, nos legaste tu alma entera en nuestra
propia alma, nos toca a nosotros guardar tu verso azul, cantar tus prosas profanas
y hacerlas vida y esperanza.
Oda a Roosevelt
Rubén Darío, Nicaragua 1867-1916
Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman
que habría de llegar hasta ti, Cazador,
primitivo y moderno, sencillo y complicado,
con un algo de Washington y cuatro de Nemrod.
Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.
Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil, te opones a Tolstoi.
Y domando caballos, y asesinando tigres,
eres un Alejandro-Nabucodonosor.
(Eres un profesor de Energía
como dicen los locos de hoy)
Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción,
que en donde pones la bala
el porvenir pones.
No.
Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant lo dijo: las estrellas son vuestras.
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta... ) Sois ricos
Juntáis al culto de Hércules el culto a Mammón,
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva York.
Más la América nuestra, que tenía poetas
desde los tiempos de Netzahualcóyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida
cuyo nombre nos viene resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del grande Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
La América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
"Yo no estoy en un lecho de rosas"; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser, por Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!
Melancolía
“Hermano, tu que tienes la luz, dime la mía.
Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas.
Voy bajo tempestades y tormentas,
ciego de ensueño y loco de armonía.
Ese es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruentas
que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas de mi melancolía.
Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo;
a veces me parece que el camino es muy largo,
y a veces que es muy corto...
Y en este titubeo de aliento y agonía,
cargo lleno de penas lo que apenas soporto.
¿No oyes caer las gotas de mi melancolía ? "
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