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martes, 17 de agosto de 2010

JUGANDO A VIVIR


No hay nada mejor que poder disfrutar de cada día sin importar la condición en la que nos encontremos, si estamos enfermos o saludables, si tenemos trabajo o estamos desempleados, eso no deben importarnos, debemos aprovechar cada minuto de nuestra corta existencia y sacarle lo mejor a cada cosa.

Por naturaleza nunca nos conformamos con lo que tenemos y eso en gran medida es bueno porque nos permite mejorar siempre o por lo menos intentarlo, pero a veces nos volvemos pesimista y cuando eso pasa nuestro camino se vuelve duro y en ocasiones queremos ponerle fin antes de su tiempo, por eso lo mejor es pensar siempre positivo, si no tengo trabajo, voy a buscar uno, porque hay gente que me ama, porque hoy ESTOY VIVO y si tengo vida no importa lo que venga, otras oportunidades vendrán.

Si estoy enfermo voy a ser feliz y despedirme con dignidad y entrega de este mundo que me dio todo, puedo partir tranquilo porque viví al máximo, fui luz en la oscuridad de otros y aunque quizá no fuimos todo eso, valió la pena solo haber nacido y tocar las gotas de la lluvia, caminar por las plazas de las ciudades y las montañas del campo, perder la mirada en las olas furiosas del mar, sentir el calor sofocante del sol, mirar un cielo lleno de estrellas, escuchar las risas incesante de los niños y el loco canto de los pájaros, la vida entera es solo un detalle y hay que amarla, trabajar por dejar obras que nadie olvide, eso es lo que importa.

¿Y por qué estamos hablando de esto en el blog?, sencillamente, porque siempre que me levanto lo primero que hago es encender la radio para escuchar música, pero hoy, por esos errores inolvidables de la vida, dejé la radio en una estación de noticias (Amarillista por cierto) y en menos de dos minutos hablaron de suicidios, homicidios, accidentes, violaciones y violencia intrafamiliar y lo narran –porque eso no es información- de tal manera que se nota el gusto por dichas situaciones, al cambiar la emisora doy con otra de noticias y el mismo contenido y entonces es cuando pensé ¿Será que así de perverso es el mundo? Para cuantos millones de personas no vale la pena vivir, nacer solo para hacer daño.

El problema es que este tipo de medio de comunicación solo fomentan las cosas negativas del mundo, porque eso es que se está atravesando por uno de las etapas históricas más carentes de valores. Las informaciones deben tener un carácter humanista, estar enfocadas en un perfil educativo y difundir a cada momento lo bello que es vivir.

La vida es un milagro, cada centímetro de nuestro cuerpo, nuestros órganos, nuestra sangre, somos ese elemento perfecto y desconocido y poseemos el enigma más grande del Universo “Cerebro”, lo que nos permite sobresalir ante el resto de animales. Y debemos usarlo para bien, no para fabricar ideas de guerras y destrucción.

Nuestro mundo cada vez es más violento porque nos hemos perdido en cosas materiales que no tienen ninguna importancia y dejamos a un lado lo que verdaderamente es importante, el respeto a la familia, amar nuestro trabajo, disfrutar de nuestro Medio Ambiente y sus bellezas naturales, vivir para bien.

VIVIR ES LO MAS GRANDIOSO QUE NOS BRINDA LA VIDA
Aquí el Poema de Joaquín Pasos, que nos hace reflexionar sobre la vida.
Canto De Guerra De Las Cosas
Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra,
si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó alguna piedra.
Vuestros hijos amarán al viejo cobre,
al hierro fiel.
Recibiréis a los antiguos metales en el seno de vuestras familias,
trataréis al noble plomo con la decencia que corresponde a su carácter dulce;
os reconciliaréis con el zinc dándole un suave nombre;
con el bronce considerándolo como hermano del oro,
porque el oro no fue a la guerra por vosotros,
el oro se quedó, por vosotros, haciendo el papel de niño mimado,
vestido de terciopelo, arropado, protegido por el resentido acero…
Cuando lleguéis a viejos, respetaréis al oro,
si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó algún oro.
El agua es la única eternidad de la sangre.
Su fuerza, hecha sangre. Su inquietud, hecha sangre.
Su violento anhelo de viento y cielo,
hecho sangre.
Mañana dirán que la sangre se hizo polvo,
mañana estará seca la sangre.
Ni sudor, ni lágrimas, ni orina
podrán llenar el hueco del corazón vacío.
Mañana envidiarán la bomba hidráulica de un inodoro palpitante,
la constancia viva de un grifo,
el grueso líquido.
El río se encargará de los riñones destrozados
y en medio del desierto los huesos en cruz pedirán en vano que regrese el
agua a los cuerpos de los hombres.
Dadme un motor más fuerte que un corazón de hombre.
Dadme un cerebro de máquina que pueda ser agujereado sin dolor.
Dadme por fuera un cuerpo de metal y por dentro otro cuerpo de metal
igual al del soldado de plomo que no muere,
que no te pide, Señor, la gracia de no ser humillado por tus obras,
como el soldado de carne blanducha, nuestro débil orgullo,
que por tu día ofrecerá la luz de sus ojos,
que por tu metal admitirá una bala en su pecho,
que por tu agua devolverá su sangre.
Y que quiere ser como un cuchillo, al que no puede herir otro cuchillo.
Esta cal de mi sangre incorporada a mi vida
será la cal de mi tumba incorporada a mi muerte,
porque aquí está el futuro envuelto en papel de estaño,
aquí está la ración humana en forma de pequeños ataúdes,
y la ametralladora sigue ardiendo de deseos
y a través de los siglos sigue fiel el amor del cuchillo a la carne.
Y luego, decid si no ha sido abundante la cosecha de balas,
si los campos no están sembrados de bayonetas,
si no han reventado a su tiempo las granadas… dado el pecho de los vivos,
somos la selva que avanza.
Somos la tierra presente. Vegetal y podrida.
Pantano corrompido que burbujea mariposas y arco-iris.
Donde tu cáscara se levanta están nuestros huesos llorosos,
nuestro dolor brillante en carne viva,
oh santa y hedionda tierra nuestra,
humus humanos.
Desde mi gris sube mi ávida mirada,
mi ojo viejo y tardo, ya encanecido,
desde el fondo de un vértigo lamoso
sin negro y sin color completamente ciego.
Asciendo como topo hacia el aire
que huele mi vista,
el ojo de mi olfato, y el murciélago
todo hecho de sonido.
Aqui la piedra es piedra, pero ni el tacto sordo
puede imaginar si vamos o venimos,
pero venimos, sí, desde mi fondo espeso,
pero vamos, ya lo sentimos, en los dedos podridos
y en esta cruel mudez que quiere cantar.
Como un súbito amanecer que la sangre dibuja
irrumpe el violento deseo de sufrir,
y luego el llanto fluyendo como la uña de la carne
y el rabioso corazón ladrando en la puerta.
Y en la puerta un cubo que se palpa
y un camino verde bajo los pies hasta el pozo,
hasta más hondo aún, hasta el agua,
y en el agua una palabra samaritana
hasta más hondo aún, hasta el beso,
Del mar opaco que me empuja
llevo en mi sangre el hueco de su ola,
el hueco de su huida,
un precipicio de sal aposentada.
Si algo traigo para decir, dispensadme,
en el bello camino lo he olvidado.
Por un descuido me comí la espuma,
perdonadme, que vengo enamorado.
Detrás de ti quedan ahora cosas despreocupadas, dulces.
Pájaros muertos, árboles sin riego.
Una hiedra marchita. Un olor de recuerdo.
No hay nada exacto, no hay nada malo ni bueno,
y parece que la vida se ha marchado hacia el país del trueno.
Tú, que vista en un jarrón de flores el golpe de esta fuerza,
tú, la invitada al viento en fiesta.
tu, la dueña de una cotorra y un coche de ágiles ruedas, sobre la verja
tú que miraste a un caballo del tiovivo
y quedar sobre la grama como esperando que lo montasen los niños de la escuela,
asiste ahora, con ojos pálidos, a esta naturaleza muerta.
Los frutos no maduran en este aire dormido
sino lentamente, de tal suerte que parecen marchitos,
y hasta los insectos se equivocan en esta primavera sonámbula, sin sentido.
La naturaleza tiene ausente a su marido.
No tienen ni fuerzas suficientes para morir las semillas del cultivo
y su muerte se oye como el hilito de sangre que sale de la boca del hombre herido.
Rosas solteronas, flores que parecen usadas en la fiesta del olvido,
débil olor de tumbas, de hierbas que mueren sobre mármoles inscritos.
Ni un solo grito. Ni siquiera la voz de un pájaro o de un niño
o el ruido de un bravo asesino con su cuchillo.
¡Qué dieras hoy por tener manchado de sangre el vestido!
¡Qué dieras por encontrar habitado algún nido!
¡Qué dieras porque sembraran en tu carne un hijo!
Por fin, Señor de los Ejércitos, he aquí el dolor supremo.
He aquí, sin lástimas, sin subterfugios, sin versos,
el dolor verdadero.
Por fin, Señor, he aquí frente a nosotros el dolor parado en seco.
No es un dolor por los heridos ni por los muertos,
ni por la sangre derramada ni por la tierra llena de lamentos
ni por las ciudades vacías de casas ni por los campos llenos de huérfanos.
Es el dolor entero.
No puede haber lágrimas ni duelo
ni palabras ni recuerdos,
pues nada cabe ya dentro del pecho.
Todos los ruidos del mundo forman un gran silencio.
Todos los hombres del mundo forman un solo espectro.
En medio de este dolor, ¡soldado!, queda tu puesto
vacío o lleno.
Las vidas de los que quedan están con huecos,
tienen vacíos completos,
como si se hubieran sacado bocados de carne de sus cuerpos.
Asómate a este boquete, a éste que tengo en el pecho,
para ver cielos e infiernos.
Mira mi cabeza hendida por millares de agujeros:
a través brilla un sol blanco, a través un astro negro.
Toca mi mano, esta mano que ayer sostuvo un acero:
¡puedes pasar en el aire, a través de ella, tus dedos!
He aquí la ausencia del hombre, fuga de carne, de miedo,
días, cosas, almas, fuego.
Todo se quedó en el tiempo. Todo se quemó allá lejos.
Joaquín Pasos

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