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miércoles, 11 de agosto de 2010

¿TENDREMOS AGUA PARA EL FUTURO?


En los últimos días me he dedicado a leer el Libro “Convenio Azul, La crisis global del agua y la batalla futura por el derecho al agua” de Maude Barlow, en el cual la Autora expone los problemas más serios que están atravesando los pueblos en cuanto al acceso de Agua Potable, Saneamiento y la contaminación de los Recursos Hídricos. Me parece muy interesante la manera en que Barlow presenta las estadísticas sumamente preocupantes y alarmantes sobre la contaminación de las Aguas (superficiales y subterráneas), sobre todo porque son muy estratégicas y demuestran que este es un problema global y que a pesar que unos Estados estén peores que otros, ricos y pobres ya están sufriendo las consecuencias de esta situación que tiene un solo creador: El Hombre y su Ambición.

Comparto estos datos que aparecen en el Libro:

El mundo se está quedando sin agua dulce. No se trata solamente de generar financiamiento para conectar a dos billones de personas que viven en regiones con escasez de agua en nuestro planeta. La Humanidad está contaminando, desviando y agotando los recursos finitos de agua de la Tierra a un ritmo acelerado y peligroso. La sobreexplotación y extracción de agua es equivalente, a nivel terrestre, a las emisiones de gases con efecto invernadero y por tanto, una causa importante del cambio climático.
Cada día, mayor cantidad de personas viven sin acceso al agua potable. A medida que se profundiza la crisis ecológica, también se profundiza la crisis humana. Más niños mueren en el mundo por causa del agua contaminada que por guerras, malaria, SIDA y accidentes de tránsito combinados. La crisis global del agua se ha convertido en el más poderoso símbolo de la creciente inequidad mundial. Mientras los ricos acceden a agua mineral embotellada de diversas marcas, y en cualquier lugar, millones de pobres sólo tienen acceso al agua contaminada de ríos y pozos locales. 

Existe un poderoso cartel empresarial del agua para controlar cualquier forma de agua en provecho propio. Las empresas entregan agua potable y retiran las aguas servidas; envasan enormes cantidades de agua en botellas plásticas y luego las venden a precios exorbitantes; están desarrollando sofisticadas nuevas tecnologías para reciclar nuestra agua usada y venderla nuevamente; extraen y mueven agua por enormes acueductos desde cuencas y acuíferos para venderla a grandes ciudades e industrias; compran, guardan y comercian agua en el mercado libre, como zapatillas deportivas. Pero lo más importante es que estas empresas quieren que los gobiernos desregulen el sector del agua y permitan al mercado establecer las políticas de agua, y se acercan cada día más a ese objetivo. El tercer escenario profundiza la crisis que se manifiesta en los escenarios uno y dos. 

Pero este ciclo, que ha ocurrido naturalmente por tantos milenios, no tomó en cuenta la capacidad de destrucción colectiva de los humanos modernos. En el último medio siglo, la especie humana ha contaminado las aguas Superficiales a una velocidad acelerada y alarmante. Actualmente, puede que al planeta no se le esté acabando el agua, pero si se le está agotando el agua dulce. El noventa por ciento de las aguas servidas que produce el Tercer Mundo se descarga sin tratamiento alguno a ríos, esteros y zonas costeras. Además, actualmente, los humanos están usando más de la mitad del agua circulante accesible, dejando poco para los ecosistemas o para las demás especies.

El ochenta por ciento de los principales ríos de China están tan degradados que ya no pueden mantener vida acuática, y además, insólitamente, noventa por ciento de todos los acuíferos de aguas subterráneas bajo las grandes ciudades, está contaminado. China tiene actualmente siete de las diez ciudades más contaminadas del mundo.

La Organización Mundial de la Salud ha informado que 700 millones de los 1,3 billones de habitantes de China bebe agua que no alcanza a cumplir los requisitos más básicos de seguridad que establece dicha organización internacional. A fines de 2006, el gobierno chino reportó, en una extraña confesión de fracaso, que más de dos tercios de las ciudades chinas enfrentan escasez de agua como resultado de una contaminación masiva; y que al menos un centenar de ellas enfrentan un agotamiento de agua inmediato. De acuerdo a un reciente artículo del China Daily, cuarenta y cinco billones de toneladas (unos cuarenta y un trillones de kilos) de aguas servidas sin tratamiento, se descargan directamente, a los lagos y ríos de ese país cada año.

Según la Comisión Europea, 20 por ciento de toda el agua superficial de Europa, está “severamente amenazada”, y la ONU agrega que, de los cincuenta y cinco ríos europeos principales, sólo cinco pueden seguir siendo considerados “prístinos”. El agua en Bélgica es considerada como particularmente mala, debido a la alta contaminación industrial. El Rhin, el Sarno y el Danubio están en peligro, y recurrentes sequías en años recientes, generan preocupación por la disponibilidad de agua en los líderes europeos. El sur de España, el sudeste de Inglaterra, y el sur y oeste de Francia son considerados como vulnerables crónicos, mientras crece el temor en Portugal, Italia y Grecia.

Cuarenta por ciento de los ríos y arroyos de EEUU, así como el 46 por ciento de los lagos, son demasiado peligrosos para pescar, bañarse o beber agua a causa de la enorme cantidad de residuos tóxicos que vierten la agroindustria, la crianza intensiva de ganado, y más de 453.590 toneladas (1 billón de libras de herbicidas) industriales usados en todo el país cada año. Dos tercios de los estuarios y bahías estadounidenses están moderada o severamente degradados. El río Missisipi acarrea cada año al Golfo de México un estimado de 1,5 millones de toneladas métricas de contaminantes nitrogenados. Un cuarto de las playas de EEUU todos los años están sometidas a consulta o cerradas, debido a la contaminación de sus aguas.

A nivel mundial, entre los veinticinco países con menor acceso a agua limpia y potable, diecinueve están en África. El lago Victoria, que es el origen del Nilo, está siendo usado como una cloaca abierta.
De acuerdo al Programa de Medio Ambiente de la ONU, éste y una docena de lagos y ríos africanos están en peligro. En su informe Atlas de los lagos africanos, de octubre de 2005, dicha organización usó imágenes satelitales para mostrar el deterioro sin precedentes de los 677 lagos principales de África. El informe revela también alarmantes descensos en los niveles de agua de la mayoría de los lagos africanos. El lago Chad, por ejemplo, se ha reducido en casi noventa por ciento.

En 2004, el Instituto Internacional de Administración del Agua en Sri Lanka emprendió el primer estudio global sobre las prácticas ocultas de irrigación con aguas servidas. Descubrió que un diez por ciento de los cultivos irrigados en el mundo -desde lechugas y tomates hasta mangos y cocoteros- son regados con aguas servidas, la mayor parte sin ningún tratamiento, “brotando directo de las tuberías del alcantarillado hacia los campos en los alrededores de las megaciudades del mundo en desarrollo”. Las aguas servidas se evacuan a los campos conteniendo patógenos causantes de enfermedades y además desechos tóxicos de la industria. En algunas metrópolis del Tercer Mundo, todos los alimentos que están a la venta son cultivados con aguas servidas.

Nuestras aguas subterráneas se están agotando

Para enfrentar la contaminación masiva de las aguas a nivel mundial y los efectos de esta en la reducción de las fuentes de agua dulce, los predios agrícolas, las ciudades y las industrias en todo el mundo, están utilizando las aguas subterráneas para el uso diario, perforando profundamente la Tierra con tecnología sofisticada y sacando agua de acuíferos milenarios.
Esta es la segunda parte del puzzle del “agotamiento” de las aguas. Estamos extrayendo agua de donde sea posible, desde acuíferos y otras fuentes de aguas subterráneas, y llevándola a lugares donde se usa y se pierde, como es el caso de la irrigación a gran escala de los desiertos para fabricar autos y computadores, o para producir petróleo de arenas alquitranadas y de capas de metano de carbón, donde se contamina o se pierde en el ciclo hidrológico.

Sabemos que el uso de agua subterránea para usos domiciliarios aumenta con gran velocidad. Cerca de dos billones de personas, un tercio de la población mundial, depende de fuentes de aguas subterráneas y para ello se extrae aproximadamente 20 por ciento del total del agua del planeta cada año. Los acuíferos subterráneos están siendo sobreexplotados en casi todo el mundo, y además están siendo contaminados con residuos químicos de la agroindustria y de faenas mineras. También están siendo invadidos por aguas salobres,
debido, en algunos países, o perforaciones mineras irresponsables o sobreexplotación de acuíferos costeros por la agroindustria.

En los países industrializados del llamado Primer Mundo, la mayor extracción de aguas subterráneas se debe a los grandes emprendimientos agroindustriales que sacan enormes cantidades de agua con tecnología industrial. En los países del llamado Tercer Mundo, al problema causado por la gran agroindustria, se suman las extracciones de millones y millones de pequeños agricultores, que a través de bombas individuales apenas alcanzan la profundidad a que se encuentra el agua, en los acuíferos sobreexplotados.

La extracción de aguas subterráneas se inició, en gran escala durante la famosa Revolución Verde orientada a la producción masiva de alimentos. Desde 1950, la superficie mundial de tierra irrigada -el factor impulsor de la Revolución Verde- se ha triplicado. Usando grandes cantidades de agua, los científicos desarrollaron variedades de cultivos de alto rendimiento para enfrentar las necesidades de alimentación de las naciones en desarrollo.

China tiene menos agua que Canadá y cuarenta veces más cantidad de población. En el norte de China, el agotamiento del agua subterránea ha llegado a niveles catastróficos. En el área meridional del norte del país, dedicada al cultivo de granos, la extracción de aguas subterráneas se eleva a unos treinta billones de metros cúbicos anuales. Esto se debe al masivo bombeo para agricultura, pero también debido a la planificación del gobierno chino, que destina anualmente grandes cantidades de agua de uso agrícola a la industria que alimenta el “milagro” económico chino. El nivel de agua subterránea bajo Beijing ha descendido más de sesenta metros en los últimos veinte años, lo que ha llevado a los planificadores a advertir que China podría verse forzada a escoger otra ciudad para su capital.

El agua también está siendo desplazada en enormes cantidades, a través del comercio de lo que se llama agua virtual. Un término que describe el agua usada en la producción de cosechas o productos manufacturados para la exportación. El agua usada en la producción de alimentos es “virtual” porque ya no está contenida en el producto, aunque se usó una gran cantidad de agua en su proceso productivo. Si un país exporta a otro un producto que requiere gran cantidad de agua para su producción, está exportando agua en una forma virtual, aunque técnicamente no se esté vendiendo agua.

Naciones ricas pero con pocos recursos hídricos, como Arabia Saudita u Holanda, importan mucha cantidad de agua mediante la importación de alimentos, provenientes de países que tienen muchas reservas de agua, o que son tan pobres que no tienen elección y deben explotar y exportar el agua que poseen. Japón, por ejemplo, importa alrededor del 65 por ciento del volumen total de agua que usa para producir los bienes y servicios que consume su población (esto es la huella de agua de una nación). Así, mediante la importación de cosechas y bienes que usan el agua para su producción, importan agua de otros países.










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