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miércoles, 14 de octubre de 2009

Cesar Vallejo y sus Heraldos Negros


El extraordinario vate César Vallejo, llegó al mundo un 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, Perú. Vivió su juventud en pobreza, sin embargo su espíritu bohemio y soñador, lo llevarían prontamente a brillar durante su época de estudiante, especialmente en la Universidad, donde defiende con honores su tesis.

No quiero abundar en detalles sobre su biografía y obra, porque hay mucha información sobre ello, así que hablaré como lectora de su poesía. La primera vez que leí un poema de Cesar Vallejo fue cuando tenía 11 años “Los Heraldos Negros” se titulaba, me pareció demasiado profundo e inmediatamente pensé que lo había escrito en un contexto de extremo dolor, sin embargo me interesó muchísimo y continué leyendo muchos de sus poemas, sin darme cuenta se convirtió en uno de mis Poetas favoritos.

La Poesía de Cesar Vallejo está inspirada en sus propias vivencias, en esa concepción del sufrimiento del mundo que el tenía, en esa niñez perdida en la pobreza que sufrió, en esos instantes de miedos y teocentrismos que atravesamos todos los seres humanos, en la cicatrices que nos dejan los difíciles caminos de la vida, es por eso que su poesía se empoza en el alma de quien la lee.

Se discute muchísimo sobre la poesía de Cesar Vallejo, y muchos críticos han afirmado que era un pobre solitario con miedo a vivir y en espera de la muerte, producto del sufrimiento al que se aferró toda su vida, pero considero que es precisamente eso lo que hace atractiva su poesía, pues que ser humano no ha sufrido alguna vez, cuantas veces pensamos en que la solución a nuestro problemas la encontraremos al morir, quien no ha pensado que toda su vida ha sido injusta. El dolor es parte del aprendizaje del ser humano a su paso por este mundo y celebro a Cesar Vallejo porque logró tomar su sufrimiento e hizo de él, los más bellos de los versos.

Estos son los dos poemas que más me gustan de este baluarte de la poesía latinoamericana, el siempre niño Cesar Vallejo.

Los Heraldos Negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé !
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé !


Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.


Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.


Y el hombre... Pobre... pobre ! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.


Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé !


César Vallejo

PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y,
jamas como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…

CÉSAR VALLEJO

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