jueves, 10 de septiembre de 2009
LA GLOBALIZACIÓN DESDE UN PUNTO DE VISTA CRÍTICO JURÍDICO
OBJETIVO GENERAL:
Conocer las Ventajas y Desventajas de la Globalización.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
Definir concepto y Nociones Generales de la Globalización.
Analizar los efectos de la Globalización en los países en Vías de Desarrollo.
Enfocar la Globalización desde el Punto de Vista Jurídico.
Determinar las deformaciones jurídicas en el Proceso de Globalización.
Puntualizar las afectaciones al Medio Ambiente que trae consigo la Globalización.
INTRODUCCIÓN
La Real Academia de la Lengua define globalización como la "tendencia de los mercados y las empresas a extenderse alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales". Como puede advertirse, en esta definición predomina el sentido económico del término.
En el mismo sentido, el Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que "La globalización es una interdependencia económica creciente del conjunto de países del mundo, provocada por el aumento del volumen y la variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, as como de los flujos internacionales de capitales, al tiempo que la difusión acelerada de generalizada de tecnología".
Sin embargo, para autores como Miren Etxezarreta o el escritor Eduardo Galeano, la globalización "no es más que el nombre que se le da a la etapa actual del capitalismo". Se trataría, pues, de un término para nombrar la gran expansión de capitales y sus efectos en las culturas e identidades.
Desde hace unos años, la globalización es un tema altamente controvertido, lo cual no significa que no tenga muy remotos antecedentes. Históricamente, se remontaría a por lo menos 1494, cuando España y Portugal firmaron el Tratado de Tordesillas. Según el cual, con un círculo completo de meridiano de 360 grados, se repartieron el globo; en dos mitades, pasando a depender de Lisboa todo el hemisferio oriental, y de la Corte de Isabel II y Fernando V el occidental.
En 1945, poco antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas, aún en proceso de constitución, realizan una Conferencia Financiera en Bretton Woods (EEUU), donde se decide crear el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Poco después, en 1947, se firma el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), antecesor de la OMC. En lo relacionado a políticas del desarrollo, se implementa el Plan Marshall.
Sin embargo, al terminar la guerra, el mundo se dividió en dos grandes bloques político-económicos: el bloque capitalista con el liderazgo indisputado de Estados Unidos y el bloque comunista (COMECON) con el liderazgo también indisputado de la Unión Soviética. El poder atómico con que contaron ambos bloques expuso a la Humanidad al peligro de una guerra nuclear y, por primera vez, a la posibilidad de autodestruirse como especie. Este peligro produjo la llamada guerra fría, e incremento una conciencia de destino común como especie.
Por su parte, los pueblos de las colonias europeas iniciaron una serie de luchas de descolonización o de liberación nacional que culminaron en la creación de más de 100 nuevas naciones independientes. Muchos de estos países prefirieron no alinearse en ninguno de esos dos bloques. Emergió entonces un Tercer Mundo que se organizó como Movimiento de Países No Alineados que, aún manteniendo cierta relación con uno o con los dos bloques, se mantenían neutrales en la confrontación global. Este sector puso en práctica una serie de políticas a fin de obtener su desarrollo económico muchas de las cuales estaban basadas en el principio de Industrialización por sustitución de importaciones
En ese periodo los países capitalistas se reorganizaron, guiados por los acuerdos del GATT, en el OCDE. El producto interno de ese bloque se expandió y al mismo tiempo se vio la emergencia a la preeminencia de las "corporaciones" o Empresas Multinacionales, con gran poder económico y político y que desplazan a las empresas del capitalismo clásico que tanto Smith como Marx conocieron
El 9 de noviembre de 1989, se produjo la caída del Muro de Berlín, abriendo camino a la implosión de la Unión Soviética en 1991 y la desaparición del bloque comunista.
A partir de ese momento comenzó una nueva etapa histórica: la globalización.
La globalización en sí misma es un proceso continuo y dinámico, que desafía las leyes no sólo de los países en desarrollo, respecto a elementos tales como protección a trabajadores, protección del medio ambiente y formas de regular el funcionamiento de corporaciones que, si bien pueden dar trabajo a la mano de obra desocupada, también pueden beneficiarse de irregularidades y debilidades subsistentes en un determinado país. Es fácil para estas empresas simplemente trasladar sus centros de producción a lugares en los cuales se les de el máximo de facilidades. Es también un desafío a los proyectos de desarrollo de los países, especialmente para aquellos que están en vías de desarrollo, pues no sólo considera cualquier intervención estatal como inimica a los intereses de esas empresas (en la medida que tales planes implican regulaciones y demandan impuestos y otros recursos) sino que además asevera que la idea misma del desarrollo social como meta y objetivo gubernamental o estatal precluye la libertad individual y distorsiona tanto la sociedad como el mercado.
Esto ha llevado a dos resultados contradictorios: por un lado la centralización del control administrativo y político a niveles gubernamentales y corporativos se ha visto facilitada enormemente.
Así pues, la globalización es una generalización, un intento de hacer un mundo que no esté fraccionado, sino generalizado, en el que la mayor parte de las cosas sean iguales o signifiquen lo mismo, en Brasil como en la China, en los Emiratos Árabes como en Japón, en los Estados Unidos como en Burkina Faso, en Bostwana como en Australia, en Alemania como en Vietnam, y un largo etcétera. Un mundo, en definitiva, sin fronteras, sino geográficas, sí socio-culturales, económicas y políticas.
La globalización es un proceso fundamentalmente económico que consiste en la creciente integración de las distintas economías nacionales en un único mercado capitalista mundial.
DESARROLLO
Desde que el término apareció en 1962, "globalización" ha cambiado de jerga a cliché. El Economista la ha llamado "la palabra más abusada del siglo veintiuno." De hecho, no hay ninguna otra palabra que signifique tantas cosas diferentes y que haya evocado tanta emoción. Algunas personas lo consideran como nirvana – un estado de paz universal y de prosperidad – mientras que otras la condenan como una nueva forma de caos.
En cierto sentido, el concepto de “globalización”, puede asimilarse al de “internacionalización” o al de “mundialización”, si con él queremos expresar el aumento de las relaciones que mantienen entre sí los diferentes territorios del mundo, hasta el punto de que, cada vez más, una mayor proporción de los aspectos locales son ininteligibles sin hacer referencia a la escala mundial.
En efecto, “globalización” y sus derivados (globalizar, globalizado, etc) provienen de “global”, palabra que sí figura en el diccionario y cuyo significado es “tomado en conjunto”. Global, etimológicamente, deriva de globo, haciendo referencia al Globo Terráqueo, en el sentido de que lo abarca todo.
Globalización tiene objetivos y orígenes políticos y económicos, está cimentada por los Medios Masivos de Comunicación, y su influencia es sobre los aspectos socio-culturales, políticos y económicos de los involucrados (el mundo entero, en otras palabras).
Los Medios Masivos de Comunicación son los cimientos de la globalización. Sin ellos, ésta no sería posible. Tanto porque permiten difundir ideas a cientos o miles de millones de personas como por la naturaleza de esas ideas. Los Medios Masivos de Comunicación nos convencen de todas las “ventajas” de la globalización, y nos muestran que “carece” de desventajas (o que éstas son mínimas), por lo cual es lo mejor que nos puede haber pasado.
La "globalización" es un fenómeno sistémico, por cuanto implica un sistema o conjunto de sistemas altamente complejo y en continua y acelerada evolución que abarca muchísimos aspectos de nuestra realidad humana y aun más allá de ella a nuestra realidad ecológica; que hace al futuro de la sociedad humana pero también al futuro del planeta. Se producen numerosísimas interrelaciones y retroalimentaciones de manera que también tiene muchos aspectos cibernéticos. De allí que todo lo que se relacione con este novísimo fenómeno puede, y a nuestro juicio debe, estudiarse con las herramientas conceptuales, epistemológicas y metodológicas de la teoría general de los sistemas y la cibernética. También en el área que abarca lo jurídico en sus diversas manifestaciones.
La globalización ha sido definida como el proceso de desnacionalización de los mercados, las leyes y la política en el sentido de interrelacionar pueblos e individuos por el bien común. Aunque puede ser discutible que ello lleve al bien común.
La globalización es el proceso por el que la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unifica mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. Así, los modos de producción y de movimientos de capital se configuran a escala planetaria, mientras los gobiernos van perdiendo atribuciones ante lo que se ha denominado la sociedad en red.
El fenómeno de la globalización engloba al libre comercio internacional, al movimiento de capitales a corto plazo, a la inversión extranjera directa, a los fenómenos migratorios, al desarrollo de las tecnologías de la comunicación y a su efecto cultural.
Se trata como los demás que produce la globalización, de un proceso sistémico y cibernético con muy diversas manifestaciones, que ha ido e irá evolucionando con las características del desarrollo que muestran los sistemas complejos en su faz lejos del equilibrio.
En efecto, para no citar sino algunos de los más notorios, actualmente se producen varios fenómenos en el ámbito del derecho, en forma simultánea: Por una parte el derecho internacional se transforma rápidamente y asume una función creciente y dominante sobre los sistemas jurídicos nacionales. Los sistemas jurídicos de los diversos Estados se interrelacionan cada vez más entre sí y con sistemas jurídicos internacionales de diversa envergadura, que se orientan rápidamente a constituir un sistema jurídico mundial. De la noción del derecho internacional como un "derecho primitivo", expresado a través de la "comitas gentium"(cortesía internacional) y el principio de "pacta sunt servanda",(los pactos deben ser cumplidos) en pocos decenios se ha pasado a organizaciones complejas y estructuradas como las Naciones Unidas, la Comunidad Europea, la Organización de los Estados Americanos, el Mercosur, etc. Estructuras jurídicas que poseen inclusive tribunales con "imperium" no solamente sobre los Estados Nacionales, con diversa intensidad, sino aún sobre los sujetos de derecho (personas físicas y jurídicas) de esos Estados. Esto se ve claramente en Europa y en la reforma constitucional Argentina.
Es que nos encontramos en un nuevo momento, los sistemas jurídicos de la modernidad, de los Estados nacionales, están en crisis. La época posterior a la Segunda Guerra Mundial, estos últimos cincuenta años, ha traído profundas transformaciones, en todas las áreas del conocimiento y la tecnología, se han complejizado tanto las relaciones sociales, por el crecimiento absolutamente extraordinario de los medios de comunicación (el avión, el satélite, la televisión, el fax, el correo electrónico, Internet, etc), la economía global y la explotación de los recursos naturales frente a la explosión de la población, todo ello ha hecho surgir nuevas funciones que el derecho debe asumir no solamente a nivel del sistema social, sino también del ecológico por lo que están dadas las condiciones para que, sometido a todas estas influencias del entorno social y natural, se transforme, su estructura devenga diferente, sus funciones se amplíen y modifiquen. El sistema jurídico mundial, y sus subsistemas nacionales están otra vez lejos del equilibrio, como ha sucedido reiteradamente en el curso de su evolución desde el primitivo derecho consuetudinario, pasando por el jurisprudencial y llegando al del imperio de la ley escrita y la influencia de la doctrina de los juristas.
Debemos recordar que el Estado moderno se fue formando a través de la eliminación y la absorción de los ordenamientos jurídicos superiores e inferiores existentes en la alta Edad Media, por la sociedad nacional, por medio de un proceso que podríamos denominar de monopolización de la producción jurídica. La tendencia a identificar el Derecho con el derecho estatal, que todavía hoy existe, es la consecuencia histórica del proceso de concentración del poder normativo y coactivo que caracterizó el surgimiento del Estado Nacional moderno. Pero debe ello complementarse con una visión del papel del Estado a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, hasta la actualidad, donde se observa una desjerarquización del concepto de Estado Nacional como consecuencia, por un lado, de la aparición de entidades supranacionales gubernamentales y no gubernamentales... y por el otro, de fortalecimiento de centros de poder infra-nacionales.
La crisis de la noción de "Estado nacional" denunciada por la posmodernidad tiene su correlato en el mundo jurídico en el debilitamiento de la identificación entre Derecho y norma jurídica como producto de la facultad monopólica de ese mismo Estado. Como apunta Beck se destruye una premisa central de la primera época moderna (así la distingue el autor de la posmodernidad), esto es la idea de vivir y actuar en espacios cerrados y delimitables entre sí de estados nacionales y sus respectivas sociedades nacionales.
Una de sus consecuencias imprevistas (de la globalización) es la destrucción del Estado-Nación. ... los estados-naciones continuarán declinando como unidades efectivas de poder: son demasiado pequeños para resolver los grandes problemas, y demasiado grandes para resolver los problemas pequeños. Por su parte, en “Una vida para la paz” de Rober Litell, Shimon Peres reflexiona que el concepto de soberanía, que fue introducido en el siglo XVI, ha perdido mucho de su significado porque estamos en vías de pasar de estados a comunidades económicas.
La comprensión del proceso complejo que implica la creciente globalización del derecho dentro del contexto de la sociedad y la economía mundiales y la posibilidad de su estructuración coherente y consciente es una tarea necesaria y urgente, aunque difícil.
El proceso ha derivado en los últimos tiempos en la homogeneización de las culturas locales, con la consecuente pérdida de las diferencias y particularidades que hacen a las identidades regionales; acompañada por la ruptura de la común-unión de los grupos sociales, comunión a su vez generada a partir de la lenta construcción de un sistema de valores que los organiza e identifica.
Entendemos por identidad la resultante de un complejo y dinámico proceso de interacciones entre el hombre y el conjunto de circunstancias en las que se halla inmerso, como la situación geográfica, clima, etnia, costumbres, lengua, creencias etc., que son las variables que operan sobre los modos de comportamiento y de expresión del hombre, confiriéndole un carácter particular a su accionar.
Esta idea de identidad está contenida dentro del concepto de región en su significado antropológico y nos sirve para articular esa profunda relación entre el hombre y su ambiente, que en el caso de lo regional define una impronta particular en sus modos de hacer, la que está enraizada en sus tradiciones y en los procesos históricos en los cuales participa.
Esta relación que constituye un sistema, una unidad, se fragmenta, se dispersa cuando elementos culturales ajenos, es decir no construidos por la propia comunidad, logran superponerse y generalmente sustituir a los valores propios de ese grupo, instalando en esta una serie de imágenes que remiten a ideas de progreso, bienestar, prestigio, etc., que se traducen tanto en la transformación de los escenarios físicos como en la modificación de las pautas de comportamiento, que ya no son sólo propios de esa comunidad, sino que aseguran la pertenencia a la “aldea global”.
La fuerza más poderosa para transmitir ideas acerca de la democracia y los derechos humanos a través de las fronteras es la revolución de la informática de la segunda mitad del siglo XX. El teléfono, la televisión y el internet han sido herramientas fundamentales. A finales del siglo XIX, le tomó a la reina Victoria dieciséis horas y media para mandar un saludo hasta el otro lado del Atlántico, al presidente estadounidense James Buchanan. Hoy en día, una gran cantidad de información en múltiples formatos—texto, audio, y video—es transmitida a la velocidad de la luz. Además, una llamada de tres minutos de Nueva York a Londres cuesta menos de diez centavos, en vez de los $300 que costaba en 1930. La drástica reducción de precio de la red de telecomunicaciones ha permitido que la explosión de la información sea accesible a casi toda la humanidad.
Es acertada la acepción con la que el DRAE ha acogido el vocablo: «Tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales»; «tendencia» es expresión dinámica, que significa fuerza o inclinación hacia un fin.
Esa fuerza ha sido constante en la historia del comercio. Cuando la doctrina clásica definía el Derecho mercantil por «notas específicas» y entre ellas enunciaba su «tendencia a la internacionalidad», realmente se refería a las exigencias de la materia regulada, el comercio, que propende a superar las fronteras nacionales. Mercurio, su dios, se representa en un icono con pies alados, símbolo de desplazamientos y de la velocidad propia de la actividad mercantil.
Pero nunca como ahora han tenido tanta fuerza expansiva las relaciones mercantiles, sus escenarios (los mercados) y las actividades de sus protagonistas principales (los empresarios). Esa tendencia es un signo de nuestro tiempo y de nuestro espacio, categorías que ha cambiado la revolución de las telecomunicaciones. El mundo ha empequeñecido («la aldea global»), las distancias se han acortado, la transmisión de datos, voces e imágenes es inmediata («en tiempo real»), el ritmo de la historia se ha acelerado.
El fenómeno no es exclusivamente económico. Son espectaculares los cambios políticos, sociales y culturales provocados por la globalización, una corriente tan incontenible como el fenómeno natural de las mareas y que tiene, además, ventajas incuestionables. Un mercado global contribuye a la creación y a la circulación de riqueza y de trabajo, a la elevación del nivel de vida, al incremento de la competitividad, al desarrollo, también global.
Pero no pueden ignorarse los riesgos de la globalización, sobre todo en la fase inicial, que parte de abismales diferencias entre países pobres y ricos: la inmigración descontrolada, la relocalización de empresas, la explotación de mano de obra son consecuencias negativas que hay que corregir.
Lo acertado es aprovechar sus buenos frutos y separarlos de la cizaña de las injusticias. Y para luchar contra éstas no hay más arma que el Derecho. Así lo proclamaba, en el ámbito que le es propio, el título del Congreso de Uncitral: «Un Derecho moderno para un comercio globalizado». Éste es una realidad; aquél es todavía un ideal por el que se convoca a los juristas.
Ahí está el reto a la política jurídica, o, si se quiere, a políticos y juristas: adaptar a unos mercados globalizados un Derecho que, siempre a rastra de los cambios, no ha alcanzado aún tal dimensión. Mientras la vida económica vuela a impulso de una corriente incontenible, el Derecho tiende, inerte, a encerrarse en fronteras nacionales, al amparo de la soberanía del Estado, cuando esos conceptos políticos han cambiado a consecuencia del fenómeno globalizador. El Estado, débil para arrostrar nuevos retos, acude a la solución paradójica de debilitarse aún más para fortalecerse en esa lucha. Las uniones supranacionales, como nuestra europea, son producto de cesiones de soberanía a cambio de la fuerza comunitaria. El Estado se desprende de viejos atributos, enmohecidos a la intemperie del nuevo clima, para convertirse en miembro de la Unión. Y de ésta brota un Derecho nuevo, que unifica o armoniza los Derechos nacionales.
Los tratados son actos de soberanía por los que los Estados se obligan. Fuente principal del Derecho uniforme, queda limitada al ámbito concreto de aplicación y condicionada en su éxito al número y a la entidad de los Estados parte. Uncitral, foro mundial de unificación y armonización, además de preparar convenios internacionales, utiliza otros medios no vinculantes, pero más ágiles y flexibles: leyes modelo y guías legislativas orientan a los legisladores nacionales en objetivos comunes para limar diferencias entre ordenamientos internos.
El camino del nuevo Derecho es largo y lento; exige esfuerzo y tiempo para ofrecer frutos valiosos, siempre escasos. No existe un legislador internacional, y en esa carencia reside el déficit jurídico de un tráfico económico globalizado.
No es extraño que, en esa coyuntura, sean las empresas las que creen su propio Derecho (la nueva lex mercatoria) y solucionen sus conflictos al margen de las jurisdicciones nacionales (arbitraje). Pero la autonomía de la voluntad siempre necesita el respaldo del Derecho objetivo.
Punto de vista crítico a la Globalización
En lo económico
La apertura generalizada de los mercados de bienes y capitales que sugiere el fin de los bloques comerciales, tratados regionales e independencia económica de los países pero al mismo tiempo facilita la capacidad de resolver necesidades económicas que actores locales han sido incapaces de satisfacer.
La creciente Privatización de los sectores económicos, junto al auge de la empresa multinacional y el decaimiento de empresas y estado nacionales.
El aumento de la competencia (economía) que por un lado incrementa la cantidad y calidad de los productos y por el otro amenaza las condiciones de trabajo (incluyendo salarios) y la sobreexplotación del medio ambiente
El acceso irregulado de los países a los mercados internacionales, lo que por un lado facilita la venta de sus productos y la adquisición de tecnologías y mercancías y promueve empleos y por el otro desprotege los de menor calibre económico y lleva al abandono de intentos organizados de promover progreso y justicia social.
La reducción de la pobreza mundial tiene consecuencias negativas en el medio ambiente. Cerca de un uno por ciento de la selva tropical del mundo desaparece cada año, gracias a la expansión de la agricultura y el comercio de productos forestales. La red de la comunicación global que hace que el crecimiento sea posible, también hace que el mundo sea más vulnerable a todo, desde las enfermedades y el desorden hasta el terror. El VIH se desarrolló en los humanos en África y América del Sur, pero se ha esparcido a todo el mundo, infectando a casi 14,000 personas cada día.
Ningún otro país ha tenido un papel tan importante en reconectar al mundo como los EEUU, en sí un producto de la globalización moderna. La gran mayoría de los 60 millones de personas que dejaron su país natal durante el período de globalización más intensa, al final del siglo XIX, se fue a los Estados Unidos. Los que construyeron la nación más rica del mundo fueron los inmigrantes y los esclavos. Ellos utilizaron todos los recursos mundiales—empezando por el molino de agua y la máquina de vapor de Inglaterra—y emergieron como un líder innovador, así como la locomotora económica más potente de la globalización. Con la victoria americana en la Segunda Guerra Mundial y el Plan Marshall, el poder económico y político de los EEUU se extendió a todas las partes del mundo, culminando al final de la Guerra Fría. La caída del muro de Berlín simboliza el final de la división ideológica global y una propulsión a la globalización en sí. No viene de sorpresa que muchos en el mundo vean—y resientan—la globalización, como un eufemismo para la "americanización."
De acuerdo con un reporte del Banco Mundial (BM), una sexta parte de la población del mundo (16.6%) percibe cerca del 80% del ingreso mundial, lo cual implica un promedio per cápita de 70 dólares al día. Al mismo tiempo, el 57% de los 6 mil millones de habitantes del planeta que viven en los 63 países más pobres del mundo reciben solamente 6% del total de ingresos mundiales; esto equivale a decir que viven en condiciones de pobreza. En Latinoamérica el número de pobres oscila alrededor de los 200 millones; la crisis que vive desde 1975 ha detenido el mejoramiento relativo del estándar de vida y los niveles de producción; y en la presente década alcanzarán 41% los hogares que viven en pobreza, por encima de aquellos estimados en 1980.2 El mismo reporte del BM destaca que la gente en situación de extrema pobreza vive con menos de un dólar americano diariamente, mientras el conjunto que recibe un promedio de menos de dos dólares al día vive en el margen de los niveles de pobreza. Además, 42.5% de los mexicanos sobrevive con menos de dos dólares al día, mientras en 1999 el ingreso anual de los trabajadores descendió casi a la mitad del nivel alcanzado durante la mitad de la década de los ochenta.
La riqueza se concentra en un par de manos no sólo en los países pobres sino también en los altamente desarrollados como Estados Unidos. En un análisis reciente de la Oficina de Censos podemos observar que "el auge percibido a finales de la década de los noventa no parece tener a la clase media de las regiones de Nueva York y California mejor que una década antes... Los pobres se han visto más perjudicados y los ricos obtuvieron más riqueza, mientras un gran grupo de la clase media retrocedió ligeramente en comparación con lo que sucedía a principios de la década". Adicionalmente, la brecha entre ricos y pobres a lo largo de ese país ha crecido ampliamente durante la década de los noventa.8 El autor del análisis Andrew A. Beveridge sostiene que "hay un empeoramiento en la desigualdad de ingresos (...) y en el estado de Nueva York la clase media no se ha mantenido estable. Las condiciones de vida de los pobres se han deteriorado. La clase acomodada ha obtenido más beneficios.
En lo cultural
• El intercambio cultural que amenaza una pérdida en la integridad de las culturas o identidades nacionales de los países participantes versus la oportunidad de diversificar y enriquecer las costumbres.
• Conflicto entre la concepciones de la cultura como "civilización" o 'Alta Cultura' versus la extensión de la "Cultura del Hombre Común" o cultura popular)
• La posibilidad del reflorecimiento de culturas regionales o folklóricas y valores individuales versus la homogenización producto de la gasificación e internacionalización de los medios
• El reforzamiento de una conciencia de "comunidad humana" versus la adquisición acritica de elementos culturales de sociedades dominantes.
• Posible sobre valoración de lo material por sobre lo social o moral versus la satisfacción de necesidades materiales mínimas de amplios sectores.
En lo político
• El posible decaimiento del nacionalismo y surgimiento del internacionalismo
• El poder político de empresas sobre los países.
• la generalización de la democracia y el estado de derecho como formas de gobierno predominantes a nivel mundial versus el resurgimiento de áreas y periodos de profunda inestabilidad política debido, por un lado, a la perdida de poder por parte de los gobiernos (produciendo los llamados estados fallados) y, por el otro, al rechazo a lo que se ve como concepciones occidentales de hacer política.
• La disminución paulatina en los controles migratorios, que puede llevar a la perdida de los sectores mas calificados e innovadores (ver fuga de cerebros) y la 'invasión' de élites empresariales internacionales en países pobres.
Factores que benefician el desarrollo de la Globalización
• Apertura de mercados, como en la Unión Europea.
• Medios de comunicación, especialmente Internet.
• Crecimiento y fusiones entre empresas.
• Privatización de empresas públicas.
• La desregularización financiera internacional.
Beneficios potenciales de la globalización
• Economía y mercado globales.
• Acceso universal a la cultura y la ciencia.
• Mayor desarrollo científico-técnico.
Riesgos de la globalización:
• Aumento excesivo del Consumismo
• Posible desaparición de la diversidad biológica y cultural.
• Desaparición del Estado de Bienestar.
• Se pone más énfasis en la Economía financiera que a la Economía real.
• Su rechazo por grupos extremistas conduce al Terrorismo.
• Pensamiento único, que rechaza doctrinas sociales y políticas distintas de las "globalizadas".
• Mayores desequilibrios económicos y concentración de la riqueza: los ricos son cada vez más ricos, los pobres son cada vez más pobres.
• Mayor flexibilidad laboral, que se traduce en un empeoramiento de las condiciones de los trabajadores.
• Daños al medio ambiente, al poderse mover sustancias o procesos dañinos a otros países, donde pueden no conocer realmente sus riesgos.
Efectos positivos de la Globalización
Aquellos que apoyan el Libre comercio proclaman que el aumento tanto de la prosperidad económica como de oportunidades, especialmente en los países en desarrollo, incrementara las libertades civiles y llevara a una alocación de recursos más eficientes. Las teorías económicas de la ventaja comparativa sugieren que el mercado libre produce tal alocación efectiva de recursos, a mayor beneficio de todos los países que estén envueltos. En general, esto conduce a reducción de precios, más empleos, incremento en la producción y de niveles de vida especialmente para los que viven en países en desarrollo.
Hay también los llamados "globalistas" o "mundialistas", que proponen una "globalización democrática". Ellos creen que la primera etapa de la globalización, orientada al mercado o a asuntos económicos, debe ser seguida por una etapa de creación de instituciones políticas globales que representen las visiones o aspiraciones del "ciudadano mundial" Su diferencia con otros "globalistas" es que ellos no definen por adelantado una ideología para orientar esta voluntad, dejándola a la voluntad de esos ciudadanos a través de un proceso democrático
Desde 1981 al 2001, de acuerdo a figuras del Banco Mundial, el número de personas que viven con un dólar o menos de ingreso al día ha declinado en términos absolutos de mil quinientos millones de personas a mil cien millones. Al mismo tiempo, la población del mundo aumento. Así pues, en términos porcentuales el número de tales personas declino en los países en desarrollo de 40% a 20%. de la población.[12] con las mayores disminuciones teniendo lugar en las economías que han reducido mas las barreras al comercio e inversión. Sin embargo, algunos críticos advierten que seria conveniente usar medidas mas detalladas de la pobreza.
La esperanza de vida se ha casi doblado en los países en desarrollo desde la Segunda Guerra Mundial y esta empezando a cortar la distancia entre ella y la de los países desarrollados, donde el mejoramiento ha sido menor. Incluso en los países del África subsahariana , la región menos desarrollada, la esperanza de vida ha aumentado de menos de 30 años antes de esa guerra a alrededor de 50 años antes de la pandemia de SIDA y otras empezaran a reducirla nuevamente al presente nivel de alrededor de 47 años. La mortalidad infantil ha decrecido en todas las regiones del mundo en desarrollo.
La presencia de la democracia ha incrementado dramáticamente: desde una posición en la cual habían muy pocas naciones con sufragio universal en 1900 a estar presente en un 62,5% de todos los países en el 2000.
Los derechos de las mujeres ha avanzado. Incluso en áreas tales como Bangladesh ellas están logrando acceso a trabajos que proveen estabilidad e independencia económica.
Entre 1950 y 1990. la tasa de alfabetización mundial aumento del 52% al 81%. Las mujeres han representado mucho de ese crecimiento: la tasa de alfabetización femenina, como porcentaje de la masculina, aumento de 59% en 1970 a 80% en el 2000.
El porcentaje de menores en la fuerza de trabajo ha caído desde un 24% en 1960 al 10% en el 2000.
A pesar que los críticos de la globalización se quejan que esta implica un predominio de la cultura occidental (u occidentalisacion) un informe del año 2005 de la UNESCO muestra que el cambio cultural se esta haciendo en ambas direcciones. En el 2002, China fue el tercer país en exportaciones de bienes culturales, detrás de Gran Bretaña y EEUU. Entre 1994 y el 2002, la proporción de esas exportaciones de tanto Norte América como Europa decayó, mientras las exportaciones de Asia crecieron hasta sobrepasar a la norteamericana.
La globalización en sus aspectos económicos y políticos es:
• Un proceso en el que, a través de la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo se unifican mercados, sociedades y culturas.
• Un conjunto de transformaciones sociales, económicas y políticas en los diferentes países que les acerca un modelo de carácter global.
• El predominio de unos modos de producción y de movimientos de capital a escala planetaria, impulsados por los países más avanzados.
• La ubicación en diversos países de distintas fases de la producción, con componentes originarios de países diferentes.
• La venta de productos similares internacionalmente, con estándares universalmente aceptados.
• La pérdida de atribuciones de los gobiernos de países.
B) La globalización en sus aspectos tecnológicos:
• Un proceso que resulta del avance en la tecnología, telecomunicaciones y transporte.
• El acceso inmediato a información y, potencialmente al conocimiento, con una concepción de interconectividad vía Internet.
C) La globalización como prospectiva, una tendencia hacia un modelo específico (la mundialización):
• La progresiva eliminación de fronteras financieras (mundialización) a través de la progresiva integración de los mercados financieros mundiales.
• El impacto de la internacionalización cada vez más acentuada de los procesos económicos, tiene implicaciones sociales y fenómenos político-culturales importantes. Lleva consigo una tendencia hacia la eliminación de:
- fronteras
- diferencias étnicas,
- credos religiosos,
- ideologías políticas
- condiciones socio-económicas o culturales, entre los países y bloques económicos
- esto es: un proceso homogeneizador a escala planetaria.
• La creación de un nuevo sistema económico de alcance mundial, influido por las nuevas tecnologías y la comunicación.
• Una tendencia hacia la concentración de medios de comunicación de masas que limita el acceso a la libertad de información y potencia la concentración del poder económico y financiero a escala planetaria.
Conclusiones
Las culturas y las civilizaciones tienen, ahora más que nunca, la necesidad vital de realizar contactos e interacciones, de intercambio y diálogo, fundados en la igualdad de derechos, en el respeto y en la tolerancia de las diferencias, para hacerle frente a la aceleración de la globalización.
Esta aceleración de la globalización es la que ha producido múltiples efectos negativos que amenazan la supervivencia de las sociedades, como por ejemplo la emancipación cultural, el cual es quizás el más riesgoso de los peligros, ya que conduce a la reafirmación `de lo propio' sobre la base de la `discriminación de lo ajeno', y cierra a las culturas a su propia evolución por los intercambios, y finalmente las deja débiles e incapaces de confrontarse en un mundo global”.
Las culturas y las civilizaciones declinan y están condenadas a desaparecer, y sin un diálogo fecundo entre las culturas, la globalización se puede transformar en una homogeneización cultural que degenere en nuevos procesos de transculturización alienizados, que irán reduciendo a la población, las culturas y sus huellas societarias.
El nuevo paradigma está abriéndose camino, a través de los procesos de una democracia participativa, de las luchas de los movimientos sociales, de la construcción de la unidad desde la diversidad, de las prácticas de una educación popular liberadora, de proyectos políticos transformadores construidos con la gente. Exige un gran despliegue de creatividad, de imaginación, de inteligencia y de compromiso. Requiere articular redes, organizaciones, experiencias y luchas, trascendiendo los espacios locales para proyectarse a nivel planetario y mundial. Supone elaborar nuevas visiones políticas, desde una perspectiva ética de liberación. Quizás nunca como ahora la libertad y la imaginación se vieron desafiadas a construir un proyecto colectivo de dimensión mundial, si es que queremos evitar que continúe la destrucción de la vida.
En este sentido, parece fuera de toda duda que han sido las grandes multinacionales, entremezcladas con los gobiernos de las grandes potencias económicas (con EEUU a la cabeza) y con las instituciones internacionales bajo el control de ambas (de forma directa o indirecta) quienes han trabajado, utilizando sus grandes palancas de poder económico y político, para que la globalización sea como predominantemente ha sido y está siendo. Esto no quiere decir que todo esté previsto por la misma mente, o que no haya contradicciones en el proceso: por ejemplo, la “invención” de Internet se produce al margen de los mecanismos económicos convencionales, pero se desarrolla en el contexto de capitalismo tecnológico y globalizado por las empresas para potenciar la flexibilidad, la desregulación, la internacionalización... y, a la vez, Internet favorece la toma de conciencia mundial y la conexión entre sectores críticos que pone en cuestión la propia globalización neoliberal.
La globalización es un proceso económico, político y social que si bien es cierto no es nuevo, ha sido retomado con mayor énfasis en los países en desarrollo como premisa especifica para lograr un crecimiento económico y erradicar la pobreza. Pero este fenómeno en ningún momento fue concebido como modelo de desarrollo económico, sino más bien como un marco regulatorio de las relaciones económicas internacionales entre los países industrializados.
La globalización es parte de un proceso histórico del capitalismo en donde se constituye un nuevo ordenamiento internacional en el marco de un mundo unipolar, después de la desaparición del conflicto este-oeste, de la desaparición de la amenaza nuclear y de una subversión que ponía en peligro el orden capitalista mundial. Es un proceso que da cuenta de un cambio en la naturaleza, en el escenario en los actores y en los medios de una lucha a escala mundial por controlar los mecanismos que permiten la creación, apropiación y destino de excedente económico.
El nivel de polarización ha llegado a extremos tales que según el Human Development Report de 1998, las 225 personas más ricas del mundo tienen un ingreso equivalente al ingreso anual del 47% de la población del mundo (2.7 millones). Las tres personas más rica del mundo poseen activo que supera el PIB conjunto de los 48 países más pobre del mundo.
Cambian los actores, es la lucha por la supremacía universal de las grandes corporaciones y del orden que ellas imponen, cuya lógica fundamental es la producción de su capital a escala mundial.
Se produce un cambio de medios con los que se realiza la lucha: los nuevos medios son aquellos que contribuyen a crear competitividad y a mejorar la capacidad de competir en los mercados internacionales.
La globalización es una Era, no puede ser evitada por quienes vivimos en el planeta y, en sentido general es buena, pues permite la oferta de servicios y conocimientos a la persona y la sociedad, a veces sin costo monetario, que antes parecían imposibles e incosteables.
Para juzgar las ventajas y los inconvenientes de la globalización, es necesario distinguir entre las diversas formas que adopta ésta. Algunas formas pueden conducir a resultados positivos y otras a resultados negativos.
La globalización también ofrece grandes oportunidades para erradicar la pobreza, extender la democracia, obligar a respetar los derechos humanos y empezar a caminar hacia el desarrollo sostenible. En los últimos años se han firmado o se están negociando Convenios internacionales sobre Protección de la Capa de Ozono, Cambio Climático, Biodiversidad, Desertificación y Contaminantes Orgánicos Persistentes, entre otros.
El desarrollo tecnológico y el actual grado de desarrollo permiten erradicar la pobreza y solucionar los problemas ambientales, pero para ello se requieren cambios profundos y desde luego nada fáciles de lograr. Las razones y los datos que avalan el pesimismo son enormes, pero también hay signos para el optimismo, como el fin de la guerra fría y la amenaza nuclear, la disminución de los gastos en armamento, la disminución de conflictos, el freno del crecimiento demográfico en la mayoría de los países, el desarrollo de las energías renovables, las nuevas tecnologías de la información, la extensión de la democracia a más países que nunca, el mayor respeto de los derechos humanos, la mayor igualdad entre hombres y mujeres, la extensión de la educación, el mayor rechazo de la corrupción, o la generalización de las ONG y la mayor participación de la sociedad civil.
El llamado pensamiento único, que desprecia toda protección social y cualquier mecanismo que no sea la dura lógica darwinista de la supervivencia en el mercado, contribuye a agravar las desigualdades Norte/Sur y dentro de cada país. Un ciudadano de Estados Unidos gana por término medio más que cien ciudadanos de Haití.
En España el 20% de los más ricos tienen 4.4 veces mas ingresos que el 20% más pobre, mientras que en Colombia tienen 15.5 veces más, cifra que casi duplica al 8,9 de Estados Unidos, que es uno de los países industrializados con mayores desigualdades, según el Informe sobre Desarrollo Humano 1999 del PNUD.
Una nueva forma de iniquidad puede verse en la integración de las comunicaciones. Internet une a las personas en una nueva red global, pero el acceso se concentra entre las personas de los países ricos, dice el informe. Los países OCDE controlan el 91 por ciento de los usuarios de Internet.
Si se quiere que la globalización brinde lo mejor, debe aprender a gobernar mejor en los ámbitos local, nacional e internacional en forma unida.
Pero los gobiernos solos no van a hacer que los cambios sucedan. Gran parte del esfuerzo tiene que realizarlo la inversión privada, las fundaciones y la sociedad civil.
En septiembre del año 2007, en la Cumbre del Milenio de la ONU, los líderes mundiales tomaron la decisión de reducir a la mitad el número de personas con ingreso inferior a un dólar diario, el de aquéllos que sufren hambre y el de gente que carece de agua potable. Ellos prometieron lograr ese objetivo antes del año 2015.
La historia juzgará a esta generación por lo que haya hecho para cumplir con este compromiso.
El éxito del desarrollo sostenible depende, en gran medida, de que se multiplique el acceso a las oportunidades de la globalización. Los países que han logrado un mayor crecimiento son los que se han integrado con éxito a la economía global y han atraído la inversión extranjera.
Esto depende también de la calidad de gobierno que hayan tenido los países. Sólo pueden competir en el mercado mundial las naciones cuyos ciudadanos disfrutan del imperio de la ley, del respeto a los derechos humanos, de instituciones eficaces, transparentes y responsables, y del ejercicio libre en las decisiones que afectan sus vidas.
Lo que exige ahora la tecnología de la información es capacidad intelectual, el único bien que está distribuido de modo equitativo entre los habitantes del planeta. De manera que con una inversión relativamente baja, principalmente en educación básica para niños y niñas, podemos poner al alcance de los más necesitados toda clase de conocimientos y permitir a los países pobres "saltar" algunas de las etapas del desarrollo -prolongadas y dolorosas- que otros tuvieron que experimentar.
Hay muchas cosas que las naciones pobres pueden hacer para ayudarse; pero las naciones ricas tienen que jugar un papel indispensable, abriendo sus mercados a los productos que ofrecen los países pobres y dejando de inundar el mercado mundial con alimentos subsidiados, haciendo imposible la competencia de los agricultores en los países pobres.
Solamente cuando la gente común y corriente, hombres y mujeres de ciudades y aldeas del mundo, tengan una vida mejor, sabremos que la globalización dejará de ser exclusiva y permitirá que todos compartan sus oportunidades.
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