Si hay algo en lo que yo no creo, es en las verdades absolutas, porque nadie es tan perfecto como para nunca equivocarse y sobre todo en nuestra profesión, que es tan extensa como apasionante. Ha mí me ha tocado, desde estudiante, trabajar con grupos de compañero Abogados, así aprendí lo valioso que puede ser intercambiar opiniones, aceptar consejos y sobre todo respetar las opiniones de los demás. He tomado esta oportunidad para ir moldeando mis actitudes y valores como profesional e ir absorbiendo las técnicas de los Abogados de mucha experiencia con los que me gracias a Dios hemos compartido Proyectos en común, que han beneficiado a la colectividad.
¿Y por qué hablar de esto? Porque todos somos diferente, es cierto, cada persona tiene su carácter, su mundo interior, pero no por eso debemos ser excluyentes y creernos mejores que los demás, tan así que no nos permitamos tomar consejos de otros Abogados y yo me he encontrado muchos con esta forma de pensar y es muy triste que en este siglo todavía existan estas “corrientes”. Solo basta reflexionar, para darnos cuenta que con en el intercambio de opiniones y conocimientos hemos llegado a construir esta era tecnológica, imaginemos que todos hubiésemos pensado igual siempre no existirían los grandes inventos que han cambiado a la humanidad, probablemente seguiríamos siendo nómadas.
Con esto no quiero decir que nos convirtamos en repetidoras de los demás, en simple receptores de información, al contrario documentémonos lo más que podamos, nunca aceptemos una opinión que podemos refutar con fundamentos, lo que no quiere decir que armemos discusiones bizantinas y mal entonadas, recordemos la famosa frase de Aristóteles “El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”.
Este tema lo he abordado porque ayer, conversando con un amigo, que no es Abogado, me dijo por décima vez, que no sabía por qué estudié esa carrera, si todos los Abogados son farsantes, se creen sabios, nunca aceptan sus errores y son ladrones, ante lo cual le contesto públicamente que se equivoca, no nos puede arrastrar a todos los errores de algunos, no todos somos farsantes, ni nos creemos sabios, por eso nos acostamos hasta la una revisando los códigos, leyes y libros que ya hemos leído un millón de veces; no todos somos ladrones, algunos somos tan honestos que hemos llevado casos gente humilde sin recibir pago alguno y hemos trabajado sábado y domingo hasta las 11 de la noche para presentar propuestas de Leyes que beneficien a la comunidad.
Aquí les dejo el enlace que me envió a mi correo:
Todos los que pertenecemos a esta nueva generación de Abogados estamos obligados a cambiar la percepción que tiene la Sociedad sobre nosotros, cuando a mí me preguntan qué estudié, lo digo con el mayor orgullo de mi vida: Derecho, y a quienes me preguntan que pueden estudiar se las recomiendo, porque el derecho es infinitamente emocionante, milenario, indispensable para los seres humanos y quienes se dedican a ello desarrollan capacidades geniales como pensar rápidamente, lectura veloz y buena ortografía, no en vano existe ese famoso concepto de que los Abogados lo último que pierden es la memoria.
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